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Ser mujer hoy


Ser mujer hoy es muy complejo. No hay caminos asignados como antes. Por un lado, tenemos la libertad para construir nuestra carrera profesional, por otro seguimos siendo consideradas, incluso por nosotras mismas, como centro y pilar de la familia. Esto genera que se dé el síndrome de “súper mujer” en donde debemos cumplir con muchos roles al mismo tiempo, el de ser madre cercana y cariñosa; tener todas las necesidades de la familia cubiertas, como el que esté hecho el súper, lavados los trastes, la ropa, en fin, todo al día… para que nuestra familia goce de bienestar.

Al mismo tiempo, muchas de nosotras somos profesionistas y lidiamos con todas las exigencias del área laboral. Debemos también cuidar nuestro cuerpo y mantenerlo esbelto y atractivo para el otro; buscar tener una vida social plena y cultivar nuestra vida interior. Todo en 24 horas. Tratar de cumplir con el ideal que se plantea hoy y que no es otra cosa que el estereotipo del patriarcado. Hemos salido a la esfera pública para llevar sustento a nuestra familia, pero en ella y en lo privado seguimos viviendo violencia. Muchas viven violencia física lacerante y brutal, una violencia que a veces pueden sentir que merecen o de la que no saben o no pueden defenderse; otras violencia verbal, menosprecio y humillación. En la esfera pública no nos quedamos atrás, cuántas invisibles, mal pagadas, violadas, muertas o desaparecidas. Violencia simbólica y real que encontramos en todos lados que se filtra constantemente en nuestras vidas. ¿Cómo podemos contribuir a que las cosas cambien? Educando a las nuevas generaciones, considerando algunos puntos importantes.


Siempre puedes decir NO

En la sociedad se piensa a veces que una mujer, aunque diga que no, quiere decir que sí. Para muchos el cómo esté vestida, si tomó o no, si reía coqueteando es sinónimo de estar dispuesta a cumplir la fantasía del otro. Incluso, me ha tocado escuchar a las mismas mujeres justificar la agresión: “estaba súper tomada y empezó a darle besos, se la llevó al baño, después ella dijo que no quería, quién le va a creer”. Recae en nosotras la responsabilidad de poner un límite aún estando tomadas, y no en el hombre que puede no estarlo. Incluso, en algún taller una adolescente comentó: “Si un hombre se aprovecha de que una mujer está tomada para hacerlo, pero la trata con cuidado no está tan mal, no es violación”. Nos cuesta tanto a hombres como mujeres entender que un NO es un NO y que podemos hacer uso de él en el momento que lo deseemos, aún si antes habíamos accedido.


Gústate a ti misma

Lo importante como persona es estar cómodos en nuestra propia piel. Las mujeres tenemos una presión social brutal por ser un objeto de deseo para el otro. Espectaculares, anuncios, propaganda que hacen a la mujer añorar con tener cuerpos perfectos que ni el propio Photoshop logra. Hay que hacerles ver a las niñas que valen por lo que son, piensan y actúan. Bríndale atención positiva a aquellas cosas que tu hija hace y que la hacen una persona especial. Es importante que puedan aceptarse como son y no tratar de tener el físico que cumple con el estereotipo de belleza exigido.


Cree en tu propia fuerza

Muchas niñas en los talleres, desde muy pequeñas, consideran que no son suficientemente fuertes ni valientes: “Yo soy fuerte, pero no como los hombres”. “Las mujeres no podemos jugar brusco porque lloramos”. Es importante construir la fortaleza interna en las mujeres, internalizarla. Muchas mujeres que sufren violencia física ni siquiera contemplaron la posibilidad de defenderse pues consideraban desde pequeñas que era una batalla perdida, que el hombre es el que tiene la fuerza y el poder por encima de todo.


Quien te quiere te trata bien

“Te molesta porque le gustas”, es una de las frases que he escuchado muchísimo para justificar la violencia de género. Es importante que desde pequeñas las mujeres sepamos que quien te quiere no te maltrata ni te cela. Muchas mujeres hoy confunden amor con control, en donde amar significa darle el poder al otro de decidir sobre tu propia vida.


Redes de apoyo

Las mujeres somos a veces las primeras en juzgarnos y etiquetarnos desde los estereotipos, “es una zorra”, “se merecía lo que le pasó, para qué se va con su amigo”. Necesitamos ser solidarias entre nosotras. Debemos ayudar a nuestras hijas desde pequeñas a construir redes de apoyo con otras mujeres, no juzgarnos desde el estereotipo sino construir juntas. También es fundamental contemplar a los hombres en estas redes, cuántas veces somos las propias mujeres las que no les permitimos ayudar en los espacios privados dudando de su capacidad, “no puedo dejarle a nuestro bebé, no sabría cómo cuidarlo”. Así como hemos salido a conquistar el mundo, debemos permitirles la entrada a la esfera privada.


Educa a los hombres

Es fundamental darle información a las mujeres, que tengan todas las herramientas para enfrentar la vida, pero también hay que educar a los hombres, para que sean valientes al enfrentar y mostrar sus sentimientos, para que puedan ser independientes y cuidar de sí: cocinarse, atenderse, lavar su ropa; que puedan identificar que un NO es un NO y que también ellos pueden poner límites aunque sean juzgados por su propio genero, “no te atreves, ¿eres una niñita?”. Hombres solidarios que asuman su fuerza y la de la mujer para verla como compañera en el mundo, no como subalterna ni enemiga.

Conmemoramos hoy el día de la mujer y es importante hacer una reflexión al respecto: ¿Qué tipo de hombres y mujeres queremos generar en el futuro, para tener relaciones más equitativas y de respeto? ¿La educación que brindo hoy a mis hijos, contribuye para lograrlo?

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