Día del Influencer: cuando la voz se convierte en escenario del discurso de odio.
- elenalaguarda

- hace 2 días
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El 30 de noviembre se celebra el Día del Influencer, una figura que nació al ritmo de la tecnología y que hoy habita cada red social y comunidad digital. Para muchas infancias y adolescencias, ser influencer se ha vuelto un sueño, un lugar aspiracional: lo ven como la posibilidad de ser reconocido, de “tener éxito” y poder.
Lo preocupante es que, en esa aspiración, a menudo se diluye la idea más profunda: usar la plataforma para decir aquello que da sentido a la vida, proponer caminos, abrir diálogo para mejorar como humanidad. Es el éxito lo que se persigue y no la oportunidad de ser protagonista de un cambio.
Sin duda existen influencers con discursos valiosos: los hay en salud y bienestar, salud mental, ciencia, astronomía, cuidado de animales… la lista es interminable.
Pero hay un elemento que crece con fuerza: el discurso de odio. Un discurso que construye a la otredad como peligrosa, que infunde miedo para legitimar su destrucción, dejando intacta la congruencia interna a partir de etiquetarle como enemigo, antes que como persona.
Todo discurso de odio se sustenta en estos puntos:
Generalizan.
Etiquetan y borran cualquier característica positiva.
Construyen enemigos.
Se sostienen en Dios, la naturaleza o el bien social.
Fomentan el miedo.
Así, se va creyendo que los pobres son flojos, los negros delincuentes, los mexicanos narcotraficantes, los palestinos terroristas, los hombres violadores…y podría seguir con una lista interminable. No es ya una persona que tiene amores, hijos, hermanos, sueños, valores, pasiones, esperanzas. Es antes la etiqueta impuesta: Trans, por lo tanto enfermo que atenta contra los valores de la sociedad y hay que enviarlo a la marginalidad, ahí donde esta la muerte simbólica o real..
La historia de la humanidad ha estado plagada de discursos de odio que permitieron y han permitido la esclavitud, el exterminio, genocidios… Ahora invade las comunidades digitales. En éstas las que infancias y adolescencias buscan refugio a sus inseguridades y terminan moldeando identidades basadas en miedo, enojo y violencia.
Hoy encontramos influencers que que difunden ideas sobre las “malas mujeres” que sólo se fijan en los “machos alfa”, culpándolas de su fracaso de no tener pareja…Otros que difunden el odio y escarnio contra la población LGBTIQ+, y cuántos más dispersan el odio contra las personas migrantes, latinas o incluso se escudan detrás de ideologías que permiten un genocidio a la vista del mundo.
El discurso de odio se ha convertido en un influencer en sí mismo, al que muchos se adscriben, abrazan y replican porque aceptar la diversidad les resulta más amenazante que vivir en el miedo. El logaritmo se vuelve cómplice, pues sólo muestra contenidos similares, aislando y haciendo creer que el mundo que le rodea comparte las mismas ideas, dejando fuera a quien piensa diferente. Aniquilando la posibilidad de dialogar con la diferencia y por lo tanto derrotando de antemano la capacidad de contemplar las propias vulnerabilidades para encontrarnos como hermandad que comparte el mismo hogar: la tierra.
Los datos acompañan la preocupación: en México, 7 de cada 10 adolescentes consumen contenido en redes más de tres horas al día (INEGI, 2023) y gran parte de esa exposición ocurre sin supervisión adulta.
Frente a esto, acompañar a las infancias y adolescencias en el mundo virtual es clave. Analizar a quién siguen, en qué comunidades participan, para ofrecerles preguntas que detonen pensamiento crítico.
Necesitamos influencers que compartan narrativas empáticas y que pongan sobre la mesa un diálogo interactivo que conlleve a generar puntos de encuentro en una sociedad cada vez más polarizada, que promuevan la justicia social y vean en la diversidad la mayor riqueza de la humanidad, y no una amenaza.
La tarea es colectiva: sostener conversaciones que inviten a argumentar a favor de la humanidad, cambiar las narrativas a otras que promuevan que nadie quede en la marginalidad, ni se apunte
a su integridad para destruirla.
Este Día del Influencer puede ser una invitación a mirar más allá del brillo de la fama y preguntarnos:¿A quién estamos escuchando y en qué estamos influyendo?








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