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De cinco años… ¿Y con novio?


–Mami, tengo novio.

Le dijo una pequeña de cinco años a su mamá.

–Eso está mal, ¿cierto?

Me preguntó la mamá.

–Le dije que todavía no tenía edad, que podían ser sólo mejores amigos. ¿Hice bien?

Tener novio desde pequeños es un juego sexual esperable. Con “juego sexual esperable” me refiero a todas aquellas conductas que realizan los niños al imitar el mundo de los adultos, como sería ponerse una almohada bajo la ropa si mamá está embarazada, jugar a usar una caja de cartón como si fuera computadora para imitar a papá trabajando o como cocinar con una batería de juguete igual que lo hace la abuela. Lo mismo pasa con el juego de ser novios.

Para los niños pequeños el noviazgo no tiene el mismo significado que para los adultos, pues su visión de la sexualidad es diferente. Cuando los adultos pensamos en noviazgo pensamos en todas las conductas que conlleva la relación: besos, caricias, intimidad. En el caso de los niños no se trata más que de un amigo especial.

¿Cuál sería la mejor postura como padres frente a este tema? Independientemente de si lo nombramos noviazgo o amigos especiales, se puede aprovechar la oportunidad para validar los sentimientos de nuestro pequeño o pequeña y abrir el diálogo. Indagar por qué lo eligió como una persona especial en su vida, cómo se expresan afecto y si es una relación respetuosa. Justo ahí podemos hablar de lo importante que resulta que las relaciones con otras personas sean siempre respetuosas y equitativas. Tener novio en la infancia puede ser una práctica para relacionarse con los demás en el futuro.

Sin embargo, lo que debemos evitar a toda costa es intervenir en este juego y darle mayor importancia de la que tiene. Recuerdo el noviazgo de mi hija a los cinco años de edad con un compañerito de su clase de piano. La mamá insistía en llamarme “consuegra” y su hijo le llevaba un gran ramo de rosas cada vez que mi hija tocaba en un recital. La madre insistía en que salieran a una cita a tomar helado. Cuando intervenimos en la relación de nuestros hijos deja de ser un juego infantil y se convierte en una necesidad de adultos que lejos de permitirle experimentar una relación sana y adecuada a su edad, los incomoda y confunde.

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