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Alejandra Danae Rodríguez García

Anatomía del pañuelo verde


El 28 de septiembre es reconocido como el Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible, también conocido como Día por la Despenalización y Legalización del Aborto, por lo que es el mes perfecto para recordar que, desde hace décadas, el territorio latinoamericano es residente de la llamada “marea verde”, movimiento que lucha por impulsar y garantizar los derechos sexuales y reproductivos, entre los que resalta el acceso al aborto legal, seguro y gratuito. El signo representativo por el que se le da el nombre de marea verde corresponde a los pañuelos que usan las personas que apoyan o militan en este movimiento. Probablemente en redes sociales, la calle o el transporte, ya te hayas cruzado con alguien que porte pañuelos de este color y después de leer esto podrás entenderlos y reconocerlos más fácilmente en cuanto los veas.

Aunque la lucha en pro de la legalización del aborto ya había sobrepasado fronteras desde mucho antes, las primeras apariciones de los pañuelos verdes se reportan en 2003 en una marcha feminista en Argentina. Como es común, había muchos elementos de color morado y se repartían pañuelos de ese color, hasta que la tela no fue suficiente, por lo que colectivamente se tomó la decisión de continuar repartiéndolos, pero ahora hechos de tela verde. Hasta este punto, la decisión de añadir otro color parece algo meramente accidental, sin embargo, los argumentos en torno a la elección del verde, no lo son.

Para entender esta decisión hay que situarse primero en los años 70, cuando grupos de madres protestaban en la Plaza de Mayo para exigir la aparición con vida de sus hijos e hijas desaparecidas, por lo que el verde representaba la lucha por la vida que aquellas mujeres habían mantenido en un contexto de dictadura. Naturalmente en aquella marcha, al poner sobre la mesa ese argumento, el tema del aborto salió a relucir debido a que las interrupciones del embarazo son prácticas antiguas que históricamente han sido ejercidas en clandestinidad, siendo responsables de la muerte de miles de personas que acudían a esta práctica, ya sea de forma voluntaria o que eran obligadas a ello. 

Como ejemplo de lo anterior y aterrizando la temática en el contexto nacional, tan solo en México, el periódico feminista Cihuat. Voz de la Coalición de Mujeres a finales de la década de los 70, compartió que el aborto clandestino, única alternativa de interrupción del embarazo en esa época, representaba la quinta causa más común de defunciones de mujeres y personas gestantes en todo el país, estimando qué se realizaban más de 1,200,000 abortos cada año. Lo que lleva a entender que la lucha por la vida corresponde también a la lucha por la autonomía y libertad de las mujeres y personas gestantes a decidir sobre sus cuerpos, poniendo a discusión las condiciones mínimas necesarias para lograr entender la maternidad como una decisión y no una imposición por el tipo de cuerpo con el que se nace, introduciendo la expresión de “maternidad voluntaria”, la cual  permite reconocer los múltiples factores que están involucrados en la garantía de los derechos sexuales y reproductivos, contemplando principalmente 4 ejes centrales:


  1. Educación sexual en todos los niveles educativos

  2. Acceso a anticonceptivos

  3. Aborto como una alternativa no penalizada

  4. No esterilización sin consentimiento


Es importante conocer este bagaje histórico porque la lucha por los derechos sexuales y reproductivos es un tema latente en México, los avances en torno a la despenalización del aborto son significativos, sumando hasta la fecha 13 entidades en las que el aborto está despenalizado; sin embargo, aún hay que continuar sumando esfuerzos para en todo el territorio nacional se garantice la seguridad y autonomía de las mujeres y personas gestantes sobre su cuerpo.

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