Por Bea Tovar
“Yo fui a verla con mi mamá porque a ella le encantan las pelis de terror y me ha dicho que
le gusta que vayamos juntas, me dio mucho miedo, pero no le quiero decir para no lastimarla”, es el comentario de una niña de ocho años de edad; uno más de muchos que hemos escuchado estas semanas con respecto a la película IT, en su segunda entrega.
El estreno de este filme revive un tema que preocupa: películas que son clasificadas para adultos en otras partes del mundo, en México son permitidas para adolescentes a partir de los 13 o 15 años de edad, decisiones que se toman por una razón comercial que queda por encima de la protección de la salud emocional de niños y niñas.
IT o Eso (en español), historia donde un alien se personifica en un payaso tétrico para robarse a los niños o niñas y alimentarse de su miedo, no ha sido la excepción. En nuestro país fue clasificada como B15, por tanto, no está recomendada para adolescentes menores de 15 años; mientras en Estados Unidos, país donde la produjeron, es “R”, lo que significa que menores de 17 años sólo la pueden ver con la compañía de un adulto. Sin embargo, aún con la clasificación mexicana se ven salas de cine con menores de 13 años listos y emocionados para verla, aun cuando no lleguen ni a los 10 años de edad.
Niños expuestos con regularidad a contenidos de terror o violencia pueden ver vulnerada su salud emocional. Ellos, entre más pequeños, están aprendiendo a diferenciar los miedos que sí se tienen que vencer, de los que no es necesario hacerlo porque los protegen.
Los miedos que se deben vencer son los que les ayudan a avanzar en su autonomía y desarrollo; por ejemplo, aprender a cortar una naranja con un cuchillo sin temor a cortarse. Los miedos que no se deben vencer son aquellos que ponen en alerta para proteger la integridad, como el que alguien les pida realizar el reto de cruzar el arrollo vehicular sin fijarse en la luz del semáforo, pues el temor a ser atropellado los hace no correr tan absurdo riesgo.
Parece que acostumbrarse a ver películas de terror a edades tempranas les hace pensar que son muy “valientes” por no tenerle miedo “a nada”. Esa postura ante la vida pone en riesgo incluso a los adolescentes, pues a mayor tiempo de exposición a estos contenidos, van disminuyendo su percepción del miedo y de la alerta que los protege de ponerse en situaciones riesgosas.
Un adolescente insensible al miedo es un ser vulnerable porque su cerebro cada vez necesitará más adrenalina para satisfacerse y es probable que entonces decida buscar contenidos con violencia más gráfica, incluso en la pornografía.
Si eres un adulto que desea ver la película te recomendamos observar algunos puntos interesantes que tiene para su análisis. El payaso actúa como lo hacen los abusadores sexuales que encuentran en niños y niñas a sus mejores víctimas.
Por ejemplo, utiliza el soborno ofreciendo dulces y juguetes, se gana la confianza de los menores (generalmente abandonados por los adultos a su alrededor) al mostrarse empático con su realidad; también los hace partícipes de sus problemas y les cuenta secretos para crear confianza. Es muy hábil para detectar las necesidades de los pequeños para darles aquello que quieren y crearles una fe ciega en él. De hecho, les hace creer que cosas ilógicas son lógicas, anulando su capacidad crítica.
Además, Eso utiliza o finge un trato amable; en principio no se muestra abiertamente como el alien o monstruo que es, se gana la confianza al mostrarse simpático, hacer bromas, jugar. Lo mismo que puede hacer un abusador en la vida real.
Quizá otra aportación a la que puedes estar atento como persona adulta es que en la película queda claro que si en tu infancia o adolescencia te expones a experiencias traumáticas y no tuviste oportunidad de procesarlas acompañado de adultos confiables y/o en un espacio psicoterapéutico, lo más seguro es causen estragos en tu vida adulta. En el caso de tus hijos, si nos los proteges a esta edad de ver este tipo de contenidos, probablemente durante su adolescencia no se cuidarán exponiéndose a situaciones de riesgo. Basta que veas cómo los niños de la parte 1 de Eso se exponen a situaciones traumáticas que repiten, ya como adultos, en la parte 2.
Lejos de toda apreciación cinematográfica, en Sexualidad ATI creemos que ver IT sólo puede aportar algo a los adultos atentos. A los niños y adolescentes no les aporta nada y sí vulnera su salud emocional. Ellos están en una edad en las que debemos de enseñarles a postergar hasta que estén listos. Este aprendizaje no sólo es aplicable respecto a los contenidos que pueden ver, sino en actividades o prácticas en el ejercicio de su sexualidad. Finalmente, la responsabilidad de los adultos es proteger a los menores: proteger su cuerpo, proteger sus emociones y proteger su mente.
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